Hace un tiempito que lleva
ba deambulando por las ratonescas noches del puerto. Y como son pocos los lugares para 'hacer la fiesta' algunos ya se estaban repitiendo y las personas igual: otra noche de cumbia en el Enthröpy.
Esta vez, otra vez el localcito estuvo muy prendido por la cumbiamba en vivo.
Luego de unas buenas horas, cuando ya los músicos se habían ido, los sudores/humos/vahos que ahí se usa respirar a cambio de aire, ya en su concentración máxima, depedian amablemente a los débiles de pulmones, los que habían encontrado brillito o los simplemente cansados... como siempre sucede en lugares de tiro largo el público asistente decae en varios sentidos, el menos polémico, el sentido de cantidad, ya llegaba a su expresión más delicada.
Ese momento en que somos tan pocos que se empiezan a reconocer las caras de todos los del lugar... y en este caso oh sorpresa también las nacionalidades.
Uno cuando viene llegando a un lugar nuevo inevitablemente pone especial atención a aquello que lo acoge en el lugar, y ser acogido en estas latitudes tiene mucho que ver con uno mismo, por ejemplo el idioma... si tu francés no es de colegio afrancesado y llegas medio palabreando con esfuerzo resulta un detalle muy agradable notar que hay una masita de franceses que gustan de hablar español y que aprovechan tu presencia para practicarlo.
Resulta ameno también econtrarse una variedad de latinos que mucho en común tienen estando tan lejos, como si el continentazo desde la gran distancia se fundiera en un solo gran paicito donde todos somos vecinos.
Pero resulta ya sorpresivo y quizás un exceso digno de sospechas que de ocho personas a las 5am en un antro de un puerto francés seis sean shilenos!
Ernesto.
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